El cruce del Tapón del Darién, la selva fronteriza de 575.000 hectáreas de extensión entre Colombia y Panamá, es un paso obligado para miles de migrantes que llegan desde Haití, Cuba, e incluso desde Senegal y otros países africanos, como parte de su peligroso periplo para llegar a Estados Unidos.
Muchos de los migrantes lo atraviesan con sus maletas y niños en brazos, bajo la extorsión de coyoteros y grupos paramilitares como el llamado Cartel del Golfo, que controlan la zona.