En la Ciudad Vieja de Jerusalén, la emoción se lee en los ojos de los niños, vestidos con sus camisas más hermosas. Pero, en este fin del ramadán, aunque el cuerpo pida fiesta, el ánimo continúa golpeado por la violencia de los últimos días.
En la Ciudad Vieja de Jerusalén, la emoción se lee en los ojos de los niños, vestidos con sus camisas más hermosas. Pero, en este fin del ramadán, aunque el cuerpo pida fiesta, el ánimo continúa golpeado por la violencia de los últimos días.