Sola y con las heridas de la última golpiza, Marisela Oliva espera en un juzgado de Ciudad de México la audiencia en la que se decidirá si su agresor queda libre, algo difícil en un país donde 94% de los delitos contra las mujeres quedan impunes.
Sola y con las heridas de la última golpiza, Marisela Oliva espera en un juzgado de Ciudad de México la audiencia en la que se decidirá si su agresor queda libre, algo difícil en un país donde 94% de los delitos contra las mujeres quedan impunes.