Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, el Gobierno estadounidense intentó frenar los hechos de violencia y futuros ataques en su territorio. Por eso y para conseguir la captura o muerte de Osama bin Laden, lanzó una ofensiva en Afganistán que se convirtió en la guerra más larga en la que ha participado Washington.